Review Aragami: el olvido es la única venganza, y el único perdón

Aragami es obra del estudio español independiente Lince Works; un juego de acción (pero sobre todo centrado en el sigilo como plato principal) en el cual nos podremos en la piel de Aragami, un guerrero oriental no-muerto con el poder de controlar las sombras a su antojo. Tendremos la habilidad de teletransportarnos a cualquier punto consumido por la negrura de las sombras, volvernos invisible, materializa armas o incluso invoca un dragón sombrío para infiltrarnos entre los enemigos y acabar con ellos. Todo gracias al tenebroso poder de las sombras que fluye por nuestro cuerpo.

Presentación

Las sombras, lo oscuro e insólito, lo negro…todo aquello que -de un modo u otro- está relacionado con la opaca oscuridad, en Japón; el país del sol naciente, a lo largo y ancho de los años nunca ha perseverado una connotación negativa. Más bien todo lo opuesto y contrario, siempre ha realzado más el nivel estético de las cosas, y siempre ha sido considerado como parte de la más pura belleza. En el libro “El elogio de la sombra”, el escritor japonés Junichiro Tanizaki relata la presencia y la relación entre la sombra, lo tenue y el contraluz, en distintos arquetipos japoneses argumentando cómo la semipenumbra eleva la belleza de los distintos diseños japoneses. Incluso de los más comunes y simples.

Por otro lado, aquí en Occidente, y por lo general en el mundo de los videojuegos, todo este asunto toma una filosofía muy distinta; siempre hemos asociado con una afinidad muy directa la conjunción de sombras a un grupo de enemigos, o al malvado final al que tenemos que derrotar y dar muerte súbita.

No obstante, por primera vez en mucho tiempo, a día de hoy, puedo decir que he tenido el placer de disfrutar (en una increíble sesión maratonial de 6 horas seguidas) de una nueva aventura en la que, este gran cliché tan típico, se ve desbordado y deconstruido por una historia con un interesantísimo potencial. Un potencial que si bien creo que podría haberse aprovechado mejor, tiene la valentía de adentrarse a indagar en los paradigmas de ver qué sucedería si giráramos las tuercas del asunto y nos pusieran a nosotros, el jugador, en la piel de «el malo vengador». Evidentemente no es el único producto de la industria que intenta jugar en ese terreno, pero el hecho de que lleve el sello nacional en su identidad lo hace verdaderamente curioso.

En este análisis viajaremos al lejano y sinuoso Oriente que Aragami pretende construir desde las tinieblas y teñido del rojo más sangriento.

Características Aragami
  • JUEGO: Aragami.
  • PLATAFORMA DE JUEGO: PC (Steam) y PS4.
  • TIPO DE JUEGO: Acción, sigilo.
  • REQUERIMIENTOS DE ORDENADOR: 8 GB RAM
    6 GB de espacio disponible
    Windows 7/8/10
    Gráfica Nvidia GeForce GTX 660, AMD Radeon HD7870
  • EDAD: +16
  • VARIOS: Recomendado usar un gamepad para jugar.

Pruebas del Juego

Twin Souls: The Path of Shadows fue el nombre que por primera vez recibió el juego que a día de hoy conocemos como Aragami. Toda la trayectoria (el complejo recorrido que ha tomado hasta el día de hoy) que acompaña a la obra de Lince Works ha sido una aventura bastante curiosa y, en ocasiones, no precisamente sencilla. El título empezó siendo un proyecto final de master, terminando por convertirse en la ópera pionera del estudio independiente barcelonés a cargo. Tres de aquellos estudiantes fueron los que decidieron seguir adelante con la idea del juego, y fueron los que más adelante dieron vida a la compañía Lince Works. Tres años después, pasando a través de diversos éxitos y una fallida campaña en Kickstarter, Lince Works hace exhibición de su título y nos entrega Aragami.

Antes de empezar con el análisis de este título os aviso ahora de que éste contendrá revelaciones bastante tochas, así que si queréis ir vírgenes os recomiendo no seguir leyendo y experimentar por vuestro sano juicio. Una vez dicho ésto, «allévamos».

Oscuridad. Todo lo que veremos una vez le demos al botón de “nueva partida” será eso, oscuridad; nuestro origen. El inicio de Aragami es muy similar al del último The Legend of Zelda: Breath of the Wild, despertaremos tras escuchar la voz de una damisela que clama por nuestra llegada y, acto seguido, deberemos dar caza a los malos.

Una vez que damos pie a adentrarnos (por primera vez) en el universo que la obra de Lince Works nos pretende presentar, podemos percibir -y darnos cuenta- en primera persona cómo somos consideraros y tratados como el “objeto” de turno al que le toca limpiar el desorden, en pocas palabras: una marioneta. En realidad está claro de que no es un hecho muy novedoso en el mundillo; «¡somos usados por el villano principal!», o «voy a ser el juguete de alguien para hacer todo el trabajo sucio» son expresiones (esotérico para nosotros acerca de lo que acontece) que más de una vez se nos han escapado cuando llegamos a algún plot-twist y nos revelan que hemos sido “marionetas” del enemigo principal, o de alguien manipulador.

En Aragami, desde el principio, ya podemos ver por donde irán los tiros del asunto. Tomaremos el control de un espectro vengativo (curiosamente denominado Aragami) que ha sido invocado para impartir venganza en nombre de un pueblo oriental que ha sido totalmente aniquilado. Sin embargo, detrás de todo el supuesto caos social y la sangrienta masacre parece haber supervivientes, concretamente una sola persona que resulta ser el individuo en cuestión que ha convocado la llamada espiritual de nuestra presencia. Este único superviviente es una chica llamada Yamiko, una especie de sacerdotisa que será nuestra acompañante en la historia vengativa que tendremos que llevar a cabo cómo Aragami; no obstante para ser exactos será la que nos irá guiando a través de ella, y además coordinará las ordenes que tendremos que ejecutar como asesino de las sombras.

La mecánica principal de este título que Lince Works nos brinda es muy singular: tendremos que movernos literalmente entre las sombras si no queremos ser descubiertos, al igual que perderemos nuestros poderes bajo la influencia de cualquier tipo de luz. De lo contrario tendremos que intentar abatir a nuestros enemigos frente a frente (pese a que muchas veces deberemos hacerlo debido a la inteligencia artificial tan simple que tienen), lo que resulta ser un sistema bastante tedioso, complicado, y francamente poco recomendado en vista que, con gran facilidad, los contrincantes nos abatirán de un haz de luz. Sí, los enemigos nos atacaran con luz mientras que nosotros avanzaremos (en teoría cautelosos) entre la oscuridad de las tinieblas. El sistema está perfectamente medido para que no nos lo pensemos dos veces y nos deslicemos efímeros entre la oscuridad del mapa, pudiendo así apuñalar eficazmente a los rivales que deambularán patrullando.

La stamina de la que dispondremos para plasmar las distintas habilidades que el juego nos permite usar se recarga cada vez que estemos agazapados en la oscuridad; resulta ser bastante curioso, porque al igual que podremos darnos cuenta de cuanto aguante tenemos con tan solo dar un vistazo a la pantalla, eso también nos servirá para darnos cuenta del indicador de vida (la luminosidad que brota del espectro de nuestro personaje) a raíz del estupendísimo diseño por sustracción del que Aragami hace gala. Un genial diseño que deja tan sólo a la vista la imponencia de nuestro poderoso protagonista, iluminado bajo el tenue rocío de un esplendor lunar, frente a una extensa armonía arquitectónica tallada bajo un silencioso marco japonés.

Jugablemente Aragami cumple más que bien; cuenta con influencias de títulos como Mark of the Ninja, Dishonored o, como no podía ser de ninguna otra manera, del maravilloso Tenchu. Aunque desviándome a uno de los puntos en los que creo que Aragami cojea, es en cuanto a cómo narra aquello en lo que desde el principio intenta centrarse: la venganza. Si bien es cierto que resulta innegable que una inteligencia artificial más trabajada habría conseguido derivar en un Aragami más eficaz (en esta índole de juegos es importantísimo), e incluso llegar a auparlo hasta los altares de los juegos de infiltración más elevados; pero el aspecto que me resulta bastante empobrecido es cómo intenta transmitir ese supuesto odio que deberíamos tener, y poder percibir, para matar a todo aquel que veamos bajo el estandarte de Kaiho (el ejército que aniquiló a la previa población).

El juego de Lince Works presenta rasgos de pretenciosidad en infinidad de circunstancias aunque el punto culminante, en el que creo que falla más, es en la sensación de intentar originar demasiada belleza estética centrada en el paisaje. «¿Acaso no se supone que debo vengar la muerte de incalculables inocentes tras una sangrienta batalla?» fue el pensamiento que en incontables ocasiones me surgió de manera introspectiva. En varios momentos me cuestionaba si realmente tenía sentido lo que estaba haciendo: «¿en realidad ha habido aquí una masacre y tengo que ayudar al pueblo reprimido?» apenas hay indicios de que Kaiho ha conquistado a la población, y casi ni se podían distinguir si las palabras de Yamiko (la chica que nos ha invocado como Aragami) resultaban ciertas, dando pie a incertidumbres antes de tiempo. Creo que emprender un primer paso bajo las estrellas de un entorno un tanto más desolado, abadito y en declive, que ceda desesperación y que verdaderamente reclame el filo de nuestra espada, hubiera difundido un sentimiento mayor en cuanto a degollar a nuestros contrincantes se refiere.

Cabe mencionar también que el supuesto giro argumental que se nos desvela al final del juego, ese que nos hace abrir los ojos y que nos hace dar cuenta de que hemos sido meras marionetas a las órdenes de un ser mayor, recobraría una importancia mayor -al igual que un impacto más profundo- si realmente se hubiera podido percibir mejor el desastre causado previamente por el ejercito de Kaiho. Sumándole la poca relevancia que en ocasiones parecemos tener; un ritmo más pausado y dramático (sobretodo en conversaciones) ayudaría a confeccionar un Aragami más humano y por ende, llegados al momento plot-twist, transmitir un mejor choque.

Pese a que parezca que la obra barcelonesa de Aragami meramente se centre en hacer del viaje una matanza sin precedentes, me ha gustado esa pequeña chispa de luz que esconde bajo una primera y fina capa de simpleza. En realidad, como hemos ido comentado a lo largo del análisis, la obra va tratando un tema de naturaleza no precisamente sencilla, y se trata de todo aquello relacionado con la venganza. La venganza nos provoca placer, somos imbuidos por el demonio que llevamos dentro y confiamos en que tenemos bien cogidas las riendas del instinto; sin embargo no es del todo correcto, a veces el ir cegados bajo las palabras de un subconsciente (que en este caso podría ser la representación física de Yamiko, o la podría corresponder como tal) maltrecho y corrupto, por el supuesto sentimiento de inferioridad, nos limita a simplemente perseguir el momentáneo placer que brinda la experiencia del catarsis vengativo.

En Aragami, una vez alcanzamos el colofón de la obra, llegados al punto de inflexión de todas las cuestiones surgidas durante las 6 horas que dura la trama, no me invadió esa sensación que muchos esperan. Cierto es que en su mayoría fue por lo comentado anteriormente, pero por otra parte me gustó cómo maneja su situación de desenlace; la verdad es que en su mayoría tiene momentos muy espectaculares –en concreto esa escena final que a muchos nos recordará a Shadow of the Colossus. Pero no obstante concuerdo -junto a muchos que opinaban igual- que todas esas tesituras tan asombrosas cobrarían otro sentido más característico si fueran interactuables, aunque hubiera sido con un mero Quick Time Event. En ocasiones Aragami abusa en sacar al usuario de la ecuación mayor, y eso creo que lo desequilibra notablemente.

Cuesta un poco poner algunos de estos pensamientos en orden, en texto, en bit, como quiera que sea. Aragami tiene talento y corazón, quiere contar su historia -aunque sea simple- y sin embargo, aunque tenga aspectos que le hacen caerse de rodillas, vuelve a levantarse para que a la vuelta de la esquina, como si fuera un cachorrito tierno y travieso, nos sorprenda con su epifanía vital.

El título es bueno, pero no un genio. Tampoco quiero ser el único necio que intente aplicarle (casi de manera irónica) la mayor «vengaza» posible: el olvido. «El olvido es la única venganza, y también el único perdón» -en palabras de Borges-. Mentiría si dijera que no me lo he pasado bien durante las 6 horas maratoniales que me llevó terminarlo; pero los gritos de Aragami clamando venganza, todavía no me han alcanzado.

Conclusión

Vi muchas cosas durante mi estancia en las tierras supuestamente ocupadas por Kaiho; algunas más sorprendentes que otras, pero «bailar con tinieblas» bajo la tenue luz de una luna manchada con sangre fue la armonía que me llevo a reflexionar. «Hay sombras en el mundo. Sombras mucho peores que nosotros. Sombras al lado de las cuales la emperatriz Yamiko es apenas un juguete de niños. Las sombras que proceden del interior de cada uno de nosotros». ¿Recomiendo Aragami? Por supuesto, por encima de todo es otra muestra del grandísimo potencial que tenemos aquí en España, y es básicamente lo que más se aprecia.

Pros

  • Estética de Personajes
  • Habilidades de sigilo
  • Banda Sonora
Contras

  • Inteligencia artificial mejorable
  • Demasiadas cinemáticas quitando el control al usuario
  • Escenario disonante respecto a la trama

 

Galería

Aragami
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